La sospecha de una infidelidad suele causar un enorme estrés. Cambios de hábitos, de actitudes o de horarios en la pareja pueden llevar a desconfiar, sin embargo, no siempre son pistas fiables, ni mucho menos determinantes. La certeza solo se puede conseguir con pruebas fehacientes, y ahí es donde entra en valor la figura del detective.

La investigación para determinar si existe una infidelidad debe ser minuciosa y es mucho más compleja de lo que a simple vista pueda parecer. Por un lado, porque hombres y mujeres se comportan de diferente manera a la hora de ser infieles. Por otro, porque existen distintos tipos de infidelidades. Y, finalmente, porque hay límites legales que un detective no puede sobrepasar, como es el caso del secreto de las comunicaciones.

El primer paso: la entrevista con el cliente

Disponer de una buena base para la investigación de la posible infidelidad es esencial para el detective, por ello, es necesario mantener una conversación con el cliente. No una conversación cualquiera. Para conseguir toda la información que necesita, el investigador debe transmitir seguridad, confianza y tranquilidad.

Es esencial que el cliente aporte al detective todos los datos que le llevan a sospechar de la infidelidad: cambios en las rutinas o el comportamiento, viajes inesperados, una mayor preocupación por la imagen, una supuesta mayor carga de trabajo, una menor actividad sexual en la pareja, etc. Cualquier detalle, por pequeño que parezca, es importante.

El detective no solo necesita conocer las rutinas de la persona a la que va a investigar, también las de su cliente. ¿La razón? Que horarios laborales, viajes o incluso actividades que se realizan fuera de casa son momentos idóneos para la infidelidad.

La investigación

Con la información que aporta el cliente, un detective experimentado está en disposición de valorar si las sospechas de infidelidad tienen un fundamento lo suficientemente sólido como para continuar con la investigación. De ser así, lo siguiente será obtener las pruebas gráficas que permitan confirmar sin lugar a duda que existe una relación estable o escarceos puntuales fuera de la pareja.

Un discreto seguimiento dará la razón o no a esa sospecha de infidelidad. Equipos como microcámaras o potentes grabadoras de audio ayudan a la obtención de pruebas. Incluso es posible proceder a la identificación de matrículas o de personas con la ayuda de bases de datos o del propio cliente.

Sin embargo, la obtención de pruebas debe realizarse siempre en el más escrupuloso respeto de la legalidad. Es decir, cualquier imagen o sonido que se capture se debe realizar siempre en exteriores. Un audio, vídeo o foto obtenidos en interior y sin consentimiento expreso se pueden considerar una vulneración del derecho a la intimidad y, como tal, está penado.

Tampoco es posible, como señalábamos al comienzo, acceder al correo electrónico o a conversaciones privadas de WhatsApp o interceptar cualquier tipo de comunicación sin autorización judicial.

El valor de las pruebas

Una vez que el detective puede demostrar fehacientemente la infidelidad, entrega las pruebas al cliente y es este el que decide qué hacer con ellas. Aunque no sean definitivas, en caso de divorcio sí pueden aportarse, e incluso el testimonio del detective, si se requiere, se acepta en los tribunales. Esta actividad está regulada y si se realiza conforme a la ley las pruebas o el testimonio tienen validez.

Por ello, en caso de infidelidad es esencial confiar solo en profesionales acreditados. Un buen detective no solo es capaz de conseguir pruebas suficientes en poco tiempo, sino de hacerlo sin vulnerar en ningún momento la ley ni atentar contra los derechos fundamentales del investigado. Detectib pone a tu disposición a los investigadores más cualificados, capaces de actuar con la sensibilidad y la precisión que se requiere.